miércoles, 14 de octubre de 2009

La urgencia de tener bibliotecas digitales en México


Por Luis Felipe Lomelí

Adelanto mi conclusión: las bibliotecas digitales no sólo son deseables, ya son necesarias y urgentes. No se trata de reducir los costos de almacenamiento de libros (los costos de almacenamiento digital y actualización son mucho mayores) sino de que los estudiantes, investigadores y ciudadanos en general seamos capaces de competir en un mundo donde la información fluye de forma mucho más rápida.

Para poder decidir –desde cuestiones domésticas hasta cuestiones industriales– es necesario conocer. Y para conocer se requiere información. Verdad de Perogrullo: quien tiene información más rápido puede decidir más rápido. Así, son necesarias una serie de acciones por parte de los gobiernos e instituciones educativas para que las bibliotecas digitales funcionen.

En primer lugar, deben de existir. Y deben de ser públicas. Cierto es que existen algunas pero su acervo de libros electrónicos es reducido y, en algunos casos, el acceso es restringido. De modo que debe incrementarse el acervo y ha de existir por lo menos una gran biblioteca pública digital, digamos, de la SEP.

En segundo lugar, para incrementar el acervo, se debe hacer un trabajo (sí, monumental) para digitalizar libros, tesis y artículos existentes y legislar sobre la digitalización total o parcial de los futuros. En este punto entraría el problema de los derechos de autor (que siempre les importan más a las editoriales y distribuidoras que a los autores) pero, como trataré de explicar más adelante, no es un problema sin solución y siempre se puede empezar digitalizando lo que ya existe y no tiene problema de derechos. Por ejemplo, digitalizar el acervo total o parcial de las publicaciones oficiales (SEP, FCE). Más aún, de poco sirve una tesis encuadernada y empolvada en algún lugar recóndito de una biblioteca universitaria; es necesario publicar digitalmente las tesis de licenciatura y posgrado justo después del examen de titulación (lo que, aparte, también ayudaría a evitar fraudes).

Asimismo, sería maravilloso que los muchachos del Sistema Nacional de Investigadores y el Sistema Nacional de Creadores tuvieran la pequeña obligación extra de contribuir con un par de artículos anuales de su especialidad para la creación de una enciclopedia mexicana en red (una Wikipedia mexicana más rigurosa que la existente Wikipedia).

En tercer lugar, pero no menos importante, es necesario incrementar los proyectos de internet público gratuito (Guadalajara en red, el proyecto del GDF, etcétera) y dotar a las bibliotecas físicas existentes de mejores y más grandes espacios con computadoras. Pues de poco sirve que existan las bibliotecas digitales si pocos tienen acceso a ellas.

Por último, sería conveniente desarrollar sistemas de almacenamiento y búsqueda propios y públicos para que el sistema educativo del país no dependa del futuro de grandes corporativos como Google.

Ahora bien, es posible que lo anterior haga pensar que el libro físico va a desaparecer y nos encontraremos con un mundo totalmente diferente. No lo creo.

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